La sonrisa del cinismo

Últimamente está muy de moda no sólo sonreír sino presumir de ello. Todo ha de hacerse con una sonrisa como si eso fuera suficiente para convencer de la bondad de la acción. No hay nada como elevar las comisuras de los labios para demostrar la contundencia, veracidad, inevitabilidad de lo inevitable. La sonrisa es inexorable. Hacer las cosas con ella por delante parece ser garantía de triunfo. Sin embargo, desconfío de esas sonrisas, desconfío del que me quiere convencer con gestos mientras sus palabras y acciones dicen otra cosa. aquello de que una imagen vale más que mil palabras no siempre es así o, al menos, siempre me plantearé la cartesiana duda sobre la seguridad de los sentidos.

«La revolución de las sonrisas» llaman a los que quieren la independencia de Catalunya. El estereotipo del bueno que siempre sonríe frente al cejijunto que quiere fastidiarle sin saber exactamente porqué. Y tras ellas aquello de «o conmigo o contra mí» porque quien no comparte la sonrisa es tildado de : miserable, prostituido, por supuesto, facha, franquista, siervo, vasallo, cipayo, las variantes familiares, etc. O esa hoja tan hermosa en la que hay una fachada entera adornada con esteladas, menos un balcón, y se ve como alguien dice que habrá que subir a hablar con el del tercero, eso sí, con una sonrisa. Qué fácil es crear estereotipos.

Y más sonrisas. El PSOE (salvo el presidente de la gestora). Susana Díaz sonríe y rodeada de 3000 personas habla de la necesidad de un congreso tranquilo, que madure, que sirva para guiar el gran trasatlántico que es el partido… Con una sonrisa. La insoportable levedad del ser que decía Kundera. Porque esos comentario, entre sonrisa y sonrisa, son de un cinismo que vuelve cejijunto. Nada ha pasado y lo hecho fue con la sonrisa, porque era lo mejor y lo más necesario y para eso está Zapatero, la sonrisa de la baronía (nada habló de sus gobiernos) que la bendice tras los dioses de Lambán mientras a los demás se nos pide neutralidad y buen talante. La sonrisa del que sale a defender su mayor logro a los 10 años de su aprobación, la ley de dependencia. Curiosa coincidencia y nueva tradición celebrar las grandes leyes del PSOE y, además en Andalucía, y acompañada de la gran señora… No había nadie más. Y gran noticia, para el PSOE lo mejor es una gestora porque luego se gana.

Y, mientras tanto, la gran sonrisa es del que sentado tras su puro fuma satisfecho y encantado del panorama que se le presenta. Sonrisa, mucha sonrisa es lo que hace falta

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