Para escuchar la 36 «Linz» de Mozart

Decir a estas alturas que Mozart era un genio resulta un tanto absurdo, el caso es que lo era y ya está. Se conservan 41 sinfonías escritas por él desde las primeras en la casi infancia hasta las últimas que culminan en la triada maravillosa que son la 39,40 y 41 «Júpiter» ¿Qué más hubiera podido hacer si no hubiera muerto tan tempranamente?…

Hoy comentaré la sinfonía nº 36 «Linz» compuesta en 1783. Una sinfonía de las más populares del compositor con la estructura habitual en cuatro movimientos, Allegro, andante, menuetto, presto. Una auténtica joya de la escritura sinfónica llena de detalles en un tono alegre y jovial, una mirada positiva a la vida que empieza con una introducción lenta para pasar luego a un movimiento perfecto de principio a fin. El movimiento lento, sin caer en melancolías está lleno de guiños y fragmentos de ensueño. Un menuetto con la gracia habitual y un movimiento final soberbio, una auténtica carrera que cuando parece que no tiene solución ni fin encuentra una fórmula soberbia para culminar la obra.

Y vamos con las versiones. Encantadora, clásica, limpia, la de Bruno Walter, mozartiano de pro de los de toda la vida. Josef Krips, más mozartiano aún, sus versiones son impagables en esa misma línea clásica y luminosa. De otra generación sir Colin Davis, un director todo terreno pero que acertaba de pleno cuando dirigía, impagables su Berlioz y su Sibelius, lo mismo que Beethoven. Su Mozart siempre fue de referencia, apolíneo, elegante, claro. Recuerdo un concierto en Barcelona donde hizo con Dresde la 38 «Paraga y la 41 «Júpiter» para la historia del Palau. Uno de esos conciertos que deben permanecer en oído y retina. Y hablando de retina, la última propuesta. De nuevo Carlos Kleiber dirigiendo al Concertgebauw de Ámsterdam en una versión preservada por el video de las que hay que ver para creer. Kleiber dirigía muy pocas obras y de Mozart la 33 y la 36. Ambas están inscritas ya en la historia de la música. El visionado de la 36 es imprescindible para entender lo que puede hacer un director y como de esas manos fluye la música, un auténtico placer visual y auditivo. Grande Carlos

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