Para escuchar la «Pastoral» de Beethoven

Como la política da para lo que da y ya estoy cansado de responder a indocumentados voy a ver si me tomo un descanso veraniego hablando de cosas que me gustan. Como soy un melómano recalcitrante voy a ocuparme de comentar la escucha de algunas obras que vale la pena hacer, al menos, una vez en la vida.

Comenzaré con la sinfonía nº 6 de Beetoven llamada «Pastoral». Una obra en cinco movimientos que tienen títulos asociados a la naturaleza: Despertar de alegres sentimientos, escena junto al arroyo, baile campesino, tormenta y acción de gracias. Confieso que no es mi primera opción en el conjunto de ese monumento que son las 9 sinfonías del alemán, pero he querido comenzar por esta por cuestiones meramente personales unidas a su audición y porque estos días la he vuelto a escuchar  y, sería el momento o el ambiente, pero la he disfrutado como nunca. Esos momentos irrepetibles de placer estético.

Hay centenares de versiones de la obra, ningún director u orquesta que se precie han dejado de tocarla o grabarla. Así que voy a hacer una selección de las que a mí me gustan. En primer lugar una que le tengo cariño por ser el primer disco de esta obra que compré y es el de Karl Böhm y la Filarmónica de Viena, un instrumento soberbio. Una versión para los que la escuchen por primera vez, serena, tranquila, magistral en un tiempo absolutamente acorde con lo que todos entendemos al ver los títulos. Después Abbado, ese genio italiano recientemente fallecido que también con Viena nos ofrece una versión un punto más vital y mediterránea, ya sé que es lo que se dice habitualmente de los directores del sur pero aquí adquiere carta de naturaleza. Karajan y Berlín, un binomio irrepetible, un gran maestro del que deberían aprender muchos de los grandes de hoy que dirigen un día aquí y otro allí casi en píldoras. Karajan ofrece una versión que hay que escuchar, es de una claridad pasmosa, todos está ahí, incluso puedes imaginar no sólo el paisaje sino las figuras que lo integran, ahora bien, a una velocidad que muchas veces piensan que es una especie de vendaval y que tiene su lógica en la descripción de algo que no es estático. Una debilidad, super Leonard Bernstein al que hay que ver dirigir además de escucharle, es el disfrute, el paseo por una naturaleza hermosa, el recreo junto al arroyo y la carrera para esconderse de la tormenta. En este punto quiero mencionar la versión de Leopoldo Stokowsky para Disney en la película «Fantasía», una versión reducida y arreglada por el director absolutamente encantadora y asociada a aquella historia del olimpo dibujada magistralmente. Y, por último, la comentada experiencia estética, el gran Carlos Kleyber con la Radiodifusión Bávara, una versión que pone los pelos de punta de principio a fin dirgida a una velocidad sin igual en la historia del disco, no hay momento para el respiro pero todo está allí, se oye cada unos de los instrumentos en un puzzle magnífico que da lugar a una recreación como nunca se ha escuchado. No la recomiendo como primera audición pero sí después de las clásicas porque en ella se entiende la labor creativa del director de orquesta frente a marcadores de ritmo.

Me dejo muchas y magníficas, Szell, Giulini, Celibidache, Furtwangler,… Cualquiera de ellas puede deparar ese reconciliarse con la condición humana después de tanta desgracia.

Continuará

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