«La Guerra Civil fue el enfrentamiento entre quienes querían la democracia sin ley y quienes querían ley sin democracia». Y ahí lo ha dejado. Pablo Casado que dice haber estudiado derecho y haber hecho un máster, algunos que saben comentan que dice cosas que uno de primero de esa carrera jamás diría, ha soltado esta perla histórico política de dudosa calidad y en absoluto justificable. Pero igual es que hace tanto tiempo y está tan dedicado a perseguir la felonía y la traición que se le ha olvidado que ley y visceralidad, tienen poco que ver.
Vamos con la frase que se las trae. No es la primera vez que un político mete la pata haciendo referencia a la guerra civil. Desde una guerra contra Cataluña a que sólo se buscan desaparecidos desde que hay subvenciones, sin olvidar la campaña de pseudohistoriadores usando los argumentos de los vencedores para justificar lo injustificable. Ahora va Casado líder de la oposición de derechas de este país, y dice algo que podría calificarse de majadería sino fuera por lo que significa en los ámbitos de la historia, la política y la humanidad.
En historia. Pablo Casado no sabe nada o se sabe la versión franquista de la narración. Nada raro por otra parte. La Segunda República, a la que se refiere como democracia sin ley, si fue algo fue legalista. La mayoría de sus gobiernos estuvieron formados por juristas. La forma de llegar la República, vacío de poder provocado por una elecciones municipales, les llevó a garantizar con la ley en la mano todos los pasos a dar para nos ser acusados de, atentos al término, «ilegítimos». El estatuto jurídico, primer documento para poder iniciar las reformas, reformas en las que se establecía que de aprobarse a posteriori algún aspecto que no concordase con lo realizado y, por lo tanto, pudiera convertirse en algo ilegal, los ministros serían responsables. La elaboración de la Constitución, con voto femenino, incluso la ley de defensa de la República. Un corpus jurídico impresionante fruto de la labor de las cortes y, por último, un gobierno, el republicano, que salvo el descontrol de los primeros días evitó establecer el estado de guerra hasta las últimas semanas de 1939 para garantizar la aplicación de la Constitución y la continuidad de la vida «normal» en retaguardia.
En política. Ya me dirá el jurista a que viene el oxímoron. Democracia sin ley es un absurdo, una contradicción, idiotez, estupidez…. Aunque le voy a dar la razón al jurista Casado, si puede haber: la orgánica. A ver si es que estaba rememorando los Principios Fundamentales del Movimiento, el Fuero de los Españoles, la ley de responsabilidades políticas (esta más bien la abandera Abascal) y la de represión de la masonería y el comunismo (aquí se pelean, los susodichos, Inés, el de Navarra Suma y los de Cascos, Álvarez) Vamos a la segunda parte, porque la primera es imposible pero la siguiente sí, y cómo les gusta, ley sin democracia… ¿para qué? Cuarenta años de eso lo vivimos en las carnes y no fue un oxímoron sino una hipérbole.
En materia de humanidad. Hay que tener poca sensibilidad, por llamarlo algo, que es pura provocación, indigna de alguien que quiere parecer respetable, para definir así la guerra civil igualando los dos bandos, justificando la victoria y, por lo tanto, el golpe de estado, porque la ley se impuso, siempre es preferible a la anarquía ¿no, Casado? Las cunetas, la represión, los campos de concentración, las fosas, los represaliados y desafectos, las delaciones, el miedo, el terror, una vida marcada por el régimen…
Y este tipo se atreve a todo esto entre insultos, hipérboles y exabruptos, llama ilegítimo y acusa de golpismo a todo el que se mueve haciendo bueno la última salida de pata del líder de la derecha, Aznar, hay que anotar lo que sucede…. Pues anota, anota…
Si este fuera un mundo idílico nunca alguien así podría llegar a la presidencia del gobierno, Franco tampoco debió ser nunca jefe de estado