Morir por la patria

Joan Canadell diputado de JxC, ex presidente de la cámara de comercio de Barcelona y seguidor acérrimo y furibundo de Carles Puigdemont. Hoy ha hecho unas declaraciones en las que afirma que «en Irlanda hubo muertos, ahora es uno de los países más ricos de la UE» y que hay que mantener el «combate democrático» contra el Estado y si es necesario «con más gente en la cárcel»

Estas declaraciones han sido hechas en TV3 ante el silencio del periodista que se ve nada tenía que decir ante los comentarios del señor Canadell que, como poco, encierran elementos claramente violentos. Hace tiempo que en Cataluña se ha instalado la idea de que se puede decir todo sin rubor ninguno. La antología de disparates en forma de declaraciones grandilocuentes en las que la anormalidad toma carta de normalidad y que, en otras circunstancias, arrinconaría a los perpetradores por no aportar nada y encima hacer daño, incluso a ellos mismos (la definición de estupidez) es inmensa.

Comentemos la primera frase «en Irlanda hubo muertos, ahora es uno de los países más ricos de la UE». Es de suponer que se refiere al momento de la independencia de Irlanda en 1922, tras casi tres años de guerra civil. No voy a entrar en la ignorancia histórica del diputado. La historia comparada es un método para encontrar similitudes y diferencias y no para escoger lo que uno quiere y retorcerlo. Supongo que, incluso para el señor Canadell, el hecho de que haya víctimas es negativo, por lo tanto, que en Irlanda hubiera muertos no es bueno para nadie y menos para los irlandeses caídos. Pero la siguiente parte es positiva «ahora es uno de los países más ricos de la UE». Eso es bueno. Canadell las junta, ergo, la riqueza de Irlanda es porque hubo muertos. Sigamos. Esos muertos son patriotas que se sacrificaron por la futura riqueza de Irlanda que es el objetivo, parece ser. Teniendo en cuenta que el señor Canadell no es irlandés, nos está diciendo que en algún momento considera que, como mal menor, se diga «en Cataluña hubo muertos, ahora es uno de los países más ricos de la UE». Este discurso de los muertos, la sangre, la necesidad de violencia para conseguir la independencia abandonando la vía pacífica y llamando a la confrontación, hace tiempo que asoma la patita en Cataluña. Canadell lo ha vuelto a verbalizar, el periodista a darle la anormal normalidad con la que TV3 cubre todo lo relacionado con el tema, y su partido, el que tenía que pararle los pies, calla por las razones que sean.

Pero no terminó ahí la cosa en un ejercicio de funambulismo. Después de decir que muertos sobre las mesas son el pago necesario si se consigue el objetivo habla de continuar el combate democrático contra el Estado. Un oxímoron, ya que un combate nunca es democrático y la democracia no se mide en enfrentamientos bélicos y, además, excluye los muertos. El caso es que lo remata diciendo que si es necesario vaya más gente a la cárcel. Ahora resulta que el llamado «talego» es un lugar de purificación y transmutación. Venga gente a la cárcel para ganar el «combate democrático» Y todo para hacerse un lugar en la futura «Libertad guiando al pueblo… catalán, por supuesto». Sobre los humos cubriendo la Sagrada Familia, que sustituiría a Notre Dame, el niño pistolero podría ser Aragonés, el burgués de la chistera podría ser el propio Canadell aunque bofetadas habrá por ponerle cara. Para la libertad no sé si Artadi o Rovira, aunque Pilar Rahola daría puntapiés para hacerse con el papel. El problema vendría con el propio pueblo y sobre todo, con los muertos, no tengo claro quien se presentaría voluntario. Algún malpensado podrá decir que Canadell podría ser uno ya que si pide muertos y encarcelados él debería ser el primero en sacrificarse por la patria, y que conste que no le deseo ningún mal. Y es que hablar en esos términos de otros si no se está dispuesto a ejemplificar está feo y pueden decir que eres un cínico. Claro que igual es un seguidor del general Patton que dijo (evitaré el malsonante lenguaje del militar) que nadie ganó jamás una guerra muriendo por su patria, la ganó haciendo que otros murieran por ella.

Pero volvamos a lo de la «normalidad». Si imperase, a este hombre no se le hubiese ocurrido decir eso, si hubiera sucedido, el periodista debería haber actuado rápidamente y, por último, su partido, desautorizarle e incluso si ni siquiera se le ocurriese aquello tan manido de «declaraciones fuera de contexto», expulsarlo. Pero visto lo visto sólo queda pensar que una mayoría sensata hace oídos sordos a semejantes barbaridades que un insensato, un periodista propagandista y un partido que ha decidido que el fin justifica los medios, han convertido en la normalidad en una Cataluña que cada vez más va hundiéndose socialmente pero ¿qué es eso ante el sacrificio que convertirá Cataluña en uno de los países más ricos de la UE?

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