El 4 de mayo habrá elecciones en Madrid. Nada del otro mundo en democracia si no fuera por las circunstancias que han rodeado a su convocatoria. No voy a explicar a estas alturas el «tamayazo» murciano, huida hacia adelante sin requiebros ni disimulos de la derecha que sigue pensando desde hace doscientos años que la tierra que pisa es suya. Voy a escribir sobre las curiosas, y no por ello reales, coincidencias que un historiador puede apreciar en lo acontecido y lo que se prepara ¿Coincidencias?…puede ser y, cómo dicen en Italia «se non e vero e ben trovato».
Cuenta la historiografía franquista y la postfranquista, hoy más viva que nunca, que el golpe de 1936 se dio para terminar con el desgobierno del Frente Popular y para evitar una inminente, a la par que imaginaria, revolución comunista. Isabel Díaz Ayuso, la, esta sí, sin par presidenta de la comunidad de Madrid, azote del «sanchismo», dice que su drástica decisión se produce por la inminente traición de Aguado que estaba apunto de pactar su caída, la de la única resistente contra la maledicente izquierda que quiere acabar con la libertad. Coincidencia argumentativa que se fortalece con la presencia de Fran Hervias que espectacularmente anuncia su paso al PP para luchar también contra los rojos y que ahora, parece ser, urdió el tamayazo de Murcia con alevosía y nocturnidad. En aquel aciago 36 el papel de «Director» organizador de la trama lo ostentaba el general Mola, un tipo que juró a su superior que él «no estaba en ninguna aventura».
Exagerado, dirán algunos. Puede ser. Pero las cosas no terminan ahí aunque hay que irse más cerca. «Socialismo o libertad» dijo a la cámara con la mirada más profunda y semblante serio de la que fue capaz la presidenta. Uno de los lemas de Trump en las últimas elecciones. La campaña para ella y su partido, todos los líderes lo están repitiendo, no va de nada de lo que habitualmente ha de gestionar un gobierno si no de vísceras, sentimientos y principios luchando contra la maldad y para eso hay que utilizar todas las armas. Vámonos de nuevo a la máquina del tiempo. Hubo una época en que daba el comunismo mucho miedo, la sombra de la revolución amenazaba a las gentes de bien, un comunismo que, por cierto, fracasó en todos sus intentos de exportarse en los años 30, pero que no fue óbice para que la extrema derecha apareciera como solución. No era amenaza, era postura intransigente y acerada frente a los rojos, dispuesta a decir y hacer lo que la timorata dialéctica democrática no era capaz de hacer. Y ahí está Ayuso sabedora de que muy probablemente VOX será su necesario apoyo y así, dicen las malas lenguas, que ha ofrecido la presidencia de la Asamblea de Madrid a Rocío Monasterio, una especie de entente entre Sarah Palin y Pilar Primo de Rivera.
¿Y la fecha? Pues el 4 de mayo, un martes ¿a la americana? No lo sé pero lo que sí está claro es que el último día de campaña será nada más y nada menos que el 2 de mayo, día de la Comunidad de Madrid. La institución al servicio del partido y no sólo eso, la historia también. Por ahí desfilará frente a una presidenta transfigurada en Manuela Malasaña los conocidos luchadores por la libertad de los madrileños y, por lo tanto, seguros votantes del PP, Daoiz, Ruiz, Velarde, el alcalde de Móstoles, Castaños, Palafox, Espoz y Mina, Agustina de Aragón y quizás los más cercanos a ese partido, los siete niños de Écija. Menudo fin de fiesta, sólo falta que baja de los cielos Isabel, a la católica, me refiero y Santiago, no ese que están ustedes pensando, sino el santo que tenía afición por decapitar infieles.
¿Y la izquierda? Pues como en el 36 sorprendida y dividida, no olvidemos que las tonterías de Podemos entregó en bandeja un ayuntamiento y una Comunidad que la izquierda había ganado. Ahora las cosas han cambiado, la tradición argumentativa de la derecha española y el trumpismo se han apoderado de la comunidad de Madrid, una mezcla explosiva difícil de derrotar, un encuentro directo, sin partido bisagra entre izquierda y derecha. Y no entre Socialismo y Libertad sino entre Socialismo y Liberalismo populista, pero de eso hablaremos en breve.