Mientras dure la guerra

No es una crítica cinematográfica, es una reflexión al hilo de haber visto por cuarta vez la película de Amenabar.

El primer visionado fue como historiador que soy y la verdad es que me quedé con una sensación extraña y que ya digo nada tiene que ver con criterios artísticos y estéticos ni con la narración en sí ya que el asesor histórico de la obra, Julián Casanovas me merece respeto y garantía. Tampoco mi visión sobre Unamuno y aquel episodio que nunca sabremos exactamente como fue. Reconozco mi ignorancia sobre los detalles de la vida del gran escritor más allá del brochazo gordo que se da cuando no profundizas en un tema, su «vayven» político, sus contradicciones, sus obras, su postura durante el inicio del conflicto y el episodio objeto final del film.

Pues bien esa sensación de la que hablo puede ser el haber visto algo que probablemente será la visión que se tendrá en un futuro del conflicto, tratar de igualar razones y finalmente el hecho objetivo, alguien ganó y alguien perdió. Nada que objetar a algo que hoy sucede al explicar, por ejemplo, las guerras carlistas pero que es difícil de asimilar para aun hecho cercano aún en el imaginario del país.

Sin embargo, hay cosas en la película que vista tres veces más, ayer mismo la última, me han llamado la atención, ciertamente cayendo en un cierto presentismo, pecado capital que ve con criterios de hoy cuestiones del pasado, y que no sé si se debe a una voluntad de los que conforman el elenco de la obra o al disentido, aquello que se dice sin querer o que, simplemente es una percepción personal.

Es la escena del paraninfo, una escena muy potente para mí porque hay una persona frente a la masa, el sabio que retorna a la caverna en Platón y es asesinado por decir la verdad. Una imagen de civismo frente a brutalidad. De diálogo frente a fuerza… Y, de pronto, algo me asaltó ¿Cuantos de los que están hoy en las Cortes estarían sentados frente a Unamuno? ¿Cuantos arremeterían con insultos? ¿Cuanto tiempo se va a mantener este ambiente de crispación?…. ¿Mientras dure la guerra?

2 comentarios en “Mientras dure la guerra

  1. La pregunta, no me parece ¿cuántos estarían hoy?, sino cuántos están ya sentados, esperando que empiece el acto y puedan pedir literalmente la cabeza de algún Unamuno. Quizás incluso el acto ha comenzado ya y para una parte de España las redes, la prensa, el salón de plenos de las Cortes es hoy una metáfora, una nueva ocasión paraninfa salmantina para el pateo. O, viceversa, el paraninfo de Salamanca en la película no es sino una metáfora intencionada de la España actual. ¿Cuántos Unamunos son linchados cada día?

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