Hace mucho que no escribo y menos sobre la situación en Cataluña pero hay momentos en que es imposible permanecer al margen, aunque sea en este modesto blog.
No andaré con medias tintas, hoy se ha perpetrado en Colliure un acto insultante sólo al alcance de fanáticos mediocres e ignorantes y, lo que es peor, malas personas. El lugar donde está enterrado Antonio Machado, y al que hemos ido muchos de los que por una u otra razón nos sentimos cercanos a lo que significó la Segunda República, ha sido el escogido por un grupo de manifestantes independentistas catalanes para ensuciar la memoria del exilio español, y, por lo tanto, también la memoria de muchos catalanes, llamando fascistas a sus descendientes. Porque esto es lo que ha sucedido, sin medias tintas y sin interpretaciones. Piensen los energúmenos que alguien haga algo similar delante de la tumba de Companys… es verdad, no se puede. Es más, no se debe, por educación y porque hacer el ridículo de esta manera sólo está al alcance de aquellos cuya capacidad de raciocinio se ha reducido al mínimo o ha desaparecido adoptando el fanatismo como actitud. Algo que desgraciadamente cunde ya que hace días otros del mismo calado profanaron la tumba de Pablo Iglesias y Pasionaria.
Pues bien, este grupo de indocumentados portadores de carteles y consignas, he visto banderas de ERC, la esquizofrenia se extiende, han insultado a los descendientes de los exiliados, al exilio, a los voluntarios que vinieron a España a luchar contra el fascismo, a los presos de Argelès, muchos de los cuales acabaron en otra guerra luchando contra el monstruo, a los que terminaron en campos de exterminio… Porqué así fue en muchos casos y a este grupo de ceporros habría que haberlos metido en un autocar y llevarlos de visita a un campo de estos para ver si aprenden algo, cosa dudosa, por otra parte… De esto estamos hablando, de como el fanatismo, una de las características del fascismo, junto con el odio al diferente, el miedo al otro., la descalificación acrítica y la acción sin sentido, se ha apoderado de algunos. Insultar la memoria sale gratis en estos tiempos y que te tilden de fascista también. Se ha insultado a Azaña, a la cultura española exiliada, a miles de muertos que no pudieron volver a su país, a la memoria de la lucha antifascista, se ha prostituido la historia, se ha negado la verdad, se ha herido en los sentimientos más íntimos a personas que rendían homenaje a sus muertos y, aunque no se lo crean, también a Companys…
No es sólo la ignorancia que demuestran, es el odio que destilan y que da la razón a aquello que dijo alguien, que los fascistas del futuro son los que te llamarán fascista. Porque esta afición a calificar a todo el mundo que no piensa como ellos y más visto lo de hoy empieza a estar de moda y en boca de los que seguro son incapaces de definir el concepto pero que si se miran en el espejo estarán más cerca de conocerlo. Consignas como «Las calles serán siempre nuestras» son dignas de cualquier movimiento de extrema derecha, además sólo tiene que recordar aquella de Fraga de » La calle es mía». Decenas de adolescentes el día 21 cortando el tráfico con capuchas y pasamontañas e impidiendo el trabajo de los periodistas al grito de «prensa española manipuladora», una consigna que Goebbels ya acuñó sobre la judía. Porque de todos es sabido que los adolescentes tienen como programa favorito el telediario y como interés supremo la política… Pero sigamos manipulando a la juventud, ¿hay que recordar la afición de los fascismos a encuadrar a gente de estas edades? Pero claro, cuando un senador del PdCat que dice ser doctor afirma que la guerra civil fue una guerra de España contra Cataluña o se quiere quitar del callejero de una ciudad a Antonio Machado por centralista, cuando un president de la Generalitat dice que nunca castigará a un independentista por sus acciones o que la democracia está por encima de la ley, técnica utilizada en Alemania en 1933, ¿qué se puede esperar?
Hoy es un día triste porque cuando parecía imposible se ha dado una vuelta más a la tuerca, en un momento en que parece ser que el govern de Puigdemont era un grupo de cachondos que le quisieron gastar una broma al estado ya que, por lo que dicen, nada de lo que hicieron tenía validez, pero se ve que algo debieron calcular mal porque como dice Torra, siguen apretando, aunque la acción les exponga al escarnio público y los de la calle aún piensan que iba en serio.
Casualmente he escuchado la noticia retornado a Barcelona. Estaba atravesando los lugares en que se desarrolló la Batalla del Ebro, aquel enfrentamiento de cuatro meses, ultimo intento desesperado por mantener la República y convencer a las potencias democráticas que la derrota de la democracia en España significaba la guerra. Reconozco que tuve una sensación extraña, entre enfado y tristeza y también de impotencia. Esos 40 kilómetros de frente regados con sangre de muchos lugares del mundo ¿Para qué? Primero porque se perdió la guerra, segundo porque desapareció la democracia en España, tercero porque hubo una guerra mundial, cuarto por el exilio y represión interior y, por último, porque ochenta años después unos descerebrados nos dicen que los fascistas no eran los que pensábamos sino sus víctimas. Lo dicho, otra prueba más de lo que he dicho, aquel que te califique de fascista y se haga llamar antifascista…. Timeo danaos et dona ferentes, escribió Virgilo que viene a traducirse libremente como, «no te fíes de estos energúmenos».