El anuncio de la moción de censura y sus consecuencias parece haber dado mayor notoriedad a Pablo Manuel que el asunto del autobús aún hoy, parece ser, averiado. Ya escribí sobre esto en mi entrada anterior «El show de Pablo Manuel» y las posibles razones que le han llevado a ello. Pero vuelvo sobre el tema porque ayer (sábado) haciendo «zapping» me lo encontré ¿A qué no os imagináis en que cadena y programa? Cierto, demasiado fácil era «La sexta noche». Una entrevista sobre temas diversos como gran estadista que es, pero no quiero comentar sus respuestas sino algo que repite insistentemente una y otra vez y no sólo en esta entrevista sino siempre que se pone en duda algunas de sus afirmaciones y es la palabra «verdad». Porque él dice la verdad por lo tanto es poseedor de ella o, lo que es lo mismo, no se equivoca. Son los demás los errados incluido su desaparecido segundo Errejón que no debía ser ducho en ese arte o, al menos, no debía coincidir su verdad con la «Verdad» y fue liquidada su participación en Hora 25 (os animó a leer la respuesta del Angels Barceló) para que acudiera una verdadera creyente, Irene Montero, que en la habitual pirueta podemita dice que la vetaron en la SER cuando la dejaron en la puerta.
Pero volvamos al tema de la verdad. Pablo Manuel la posee y la puede expresar a gritos en un mitin, de manera basta y zafia o con ese tono de humildad que adopta cuando dice pedir consejo y opinión aunque es evidente que el ya sabe lo que ha de pasar. Indudablemente debe ser duro tener siempre la verdad aunque igual estamos ante la culminación de 2600 años de búsqueda de esta, desde la dialéctica platónica pasando por el racionalismo de Descartes el cual únicamente pudo demostrar aquello de que pensaba y existía y todo lo demás era cuestión de intuición, claro que Descartes era Descartes y Pablo Manuel… O Kant, del que recomienda libros que nunca escribió que decía que un criterio general de verdad era hasta contradictorio. Y no te digo ya un tipo como Nietzsche que decía que no había verdad que definía como una ilusión creada por los hombres. En fin o Pablo Manuel sabe algo y no nos lo dice…. Aunque creo que va por otro lado y que tanta seguridad está más bien en el terreno de la metafísica, de la verdad revelada, del dogma. No deja de ser una intuición pero ese machacón repetir que todo lo que dice es la verdad o episodios como aquel en que ante la formación de un nuevo parido con Colau en Cataluña las bases de Podemos votaron que no y él se apareció para que se hiciera. Un curioso caso que la prensa no aireó siendo una clara aplicación del dogma y de pasarse por el forro, como el diría, la voluntad popular. El líder nunca se equivoca y cuando las masas no dicen lo que debe decirse se corrige sin discusión. El pueblo debe tener conciencia de clase pero no la conoce y para eso está Pablo Manuel que cual sacerdote guía el rebaño por el camino de la verdad que a él solo ha sido revelada y como el profeta de Gargallo la proclama sin cesar. Podemos ha pasado de reivindicación en las plazas, dicen ellos, (y aún estoy esperando porque nunca se concentraron con el PP de la mayoría absoluta en el poder) a un partido con politburó y finalmente a un grupo dogmático que posee la verdad, la única verdad. Si Cirilo de Alejandría levantara la cabeza que orgullosos estaría (ver «Agora)
Pues bien si tengo que escoger entre líderes dogmáticos me cae más simpático el Papa Francisco