La tragedia y la farsa

En «El 18 brumario de Luis Bonaparte» Karl Marx dice que «La historia se repite dos veces, primero como tragedia y después como farsa”. Digamos que últimamente la máxima es aplicable. Podríamos traducirla de manera que lo que en algún momento tiene fundamentos de seriedad en su repetición se convierte en algo absurdo, incluso patético. Y eso es lo que, en mi opinión, está pasando últimamente.

Comencemos con el «Procès». Puede ser que en algún momento, allá por el principio cuando Mas cayó del guindo tras multitudinaria manifestación de esas de millones de personas, hubiera algún atisbo de seriedad en la cuestión. Sin embargo, a partir de ahí la cosa no sólo se ha convertido en farsa sino que roza lo patético y algunos cuando se vean dentro de algún tiempo no sé que pensarán. El secretario general de ERC llorando y pidiendo por favor que se hiciera la independencia para poder sentar a sus nietecitos en las rodillas y explicarles la maravillosa historia, políticos y políticas que claman que la voluntad popular está por encima de la ley, ni más ni menos que lo que pensaban los que linchaban en las películas del oeste. Hablando de democracia mientras cambian reglamentos en 10 minutos y esconden a los demás representantes democráticos en un cajón el mágico plan de ese magistrado llamado Vidal que parece haber olvidado hasta el primero de derecho, por no hablar de los viajes costosos y ridículos para ver si alguien les acoge. Porque la comparación está fea para nacionalistas de «pedra picada» pero me recuerda al «Piyayo» del poema mendigando un plato. Y ahora llega el flamante diputado cantante de Junts pel si Lluis Llach diciendo que van a sancionar a los funcionaros que no acaten el nuevo orden. Perdón, con dos cojones. El de «La estaca» resucitando la figura franquista de los afectos y desafectos, repito, con dos cojones, y vuelvo a repetir, con perdón.

Sirva esto para introducir la farsa de que cualquiera puede estar en política, que el sentimiento y la convicción basta. Esa presidenta del Parlament o esos diputados de «Podemos» cuyas intervenciones en congreso y senado son un compendio que debe pasarse en las clases de oratoria para explicar lo que no se debe «de decir». O el aluvión de detenciones en el PP farsa inmensa que podría titularse «Sostenella y no enmendalla».

Y también esas declaraciones sobre el porqué Susana Díaz no tiene adeptos en Cataluña, por ser andaluza y mujer. Y esto dice un expresidente del gobierno que parece uno de esos fanáticos conversos que defienden a capa y espada a su líder o causa. Por no hablar de la curiosa interpretación que se hace del fracaso socialista en Francia, ha sido por ser de izquierdas. ¡Sacrilegio!!!! ¡Un socialista de izquierdas»!!! ¡¿Dónde se ha visto semejante disparate?!!!. Que el PSF haya gobernado en Francia en la más pura tradición liberal con Hollande y Valls ….. Tonterías sin importancia.

Lo dicho, época de farsas.

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