Pedro el de los 800 días

Cuarta y última entrega de esta tetralogía espontánea («De pena, Rufián», «La mediocridad y el PSOE», «Barones») surgida al hilo de los últimos acontecimientos. Ya sólo me queda hablar del protagonista, del ex Secretario General del PSOE Pedro Sánchez Castejón.

Como tengo formación de historiador no creo en la vidas santas y pulcras, llenas de virtud y aciertos. No existe nadie así o al menos no ha existido. Pondré un ejemplo sabido por los que me conocen, mi interés por Ernesto Guevara, el «Che». Mal profesional sería si admirado por el personaje no sopesara lo bueno, lo malo, sus defectos, virtudes, aciertos errores, analizara su entorno, sus acertadas y sus equivocadas percepciones,… Ejemplos, y muchos, tenemos de santificación, sobre todo política en la que incluso en la infancia se reconocen rasgos de su grandeza futura que marca una vida sin tacha. Sirva este breve comentario para que quede claro que no soy amigo de seguidismos y que no voy a escribir ni un panegírico laudatorio ni un linchamiento. De esto último parece que no andará escaso. Su comparecencia y su entrevista están siendo destripadas, tergiversadas y demonizadas por unos y por otros. Por compañeros de partido, por la prensa de derechas y la supuesta progresista (ya no me atrevo a llamarla de izquierdas) Esta mañana, sin ir más lejos me he sentido bastante idiota ante una sesuda periodista que desde la SER describía una situación que en nada se parece a lo que he visto y en la que el ex Secretario General y a continuación el PSC se han convertido en el origen de todos los males.

Como dicen en Italia «Se non e vero e ben trovato» así que aquí va la hipótesis. Parece que frente a los cacareados discursos de la baronía sobre cosidos  y escuchar que partido quiere la militancia todo señala a que se va a dar de baja a todos los que lo han solicitado de manera rápida y fulminante y, aunque más rocambolesco y problemático, sacar de las votaciones primarias a los 18000 afiliados al PSC. ¿Objetivo? ¿Hace falta decirlo? Y para ello parecen contar con ayuda mediática a raudales.

Pero ¿qué hay detrás? Esta hipotética y chapucera acción dejaría a los pies de los caballos al socialismo español, pero ya hemos visto una y gorda el 1 de octubre y otra, más organizadita, el 23. Pero el premio sería enorme para PP que vería morir al único partido alternativa a sus políticas  y para «Podemos» que se convertiría en oposición que no en opción de gobierno, eso sí, viviendo muy bien (recuerdan aquello de «contra Franco vivíamos mejor») ¿Y qué pasará con los que se llevaron por delante a Pedro Sánchez? Pues no sé, supongo que sobrevivir en otro sitio al cual se convertirán con fervorosa pasión cuando el PSOE se hunda definitivamente. No en vano ya hemos oído decir a su cabeza de cartel que el PSOE no es de derechas ni de izquierdas (algo que ha dicho Pablo Manuel, Albert Rivera o José Antonio,…)

¿Y Pedro? Se ha convertido en un símbolo. En un símbolo para la militancia y eso puede ser incontrolable para los engranajes del aparato. La estrategia anterior estaría destinada a desprestigiar al que se ha convertido en representante de los valores del socialismo, en lo que todos hubiera querido decir a Rajoy, en la renovación del partido acabando con los vicios que le han llevado a donde está. Puede que sea demasiado para una persona y puede renunciar a todo ello, incluso puede suceder que alguien, de forma organizada o no,se adueñe del «pedrismo» Pero está claro que la mayoría de los socialistas han puesto las esperanzas en él, que será de nuevo Secretario General, que se rodeará de los mejores y de que el socialismo volverá a ser alternativa transformadora. Y es que la renuncia de Pedro Sánchez tuvo algo de la épica de otros tiempos hoy bajo la costra burocrática y también hubo sentimiento, ahora sacrificado a la responsabilidad y la razón de estado. Repito que no hay nadie que materialice el ideal y que puede ser tarea titánica para una sola persona. Me recuerda, salvado las distancias, las ilusiones despertadas por la Segunda República después reafirmadas y también decepcionadas. Pero ocurrió lo que ocurrió y se fue a defenderla porque era humana y lo mejor que nos había pasado en años.

Albert Camus dijo al respecto «Fue en España donde mi generación aprendió que uno puede tener razón y ser derrotado, que la fuerza puede destruir el alma, y que a veces el coraje no obtiene recompensa» Pero si a pesar de esto, de aparatos y  medios que multiplicarán sus ataques tratando de sembrar la duda, Pedro decide ir adelante yo iré con él.

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