En medio de todo lo que está sucediendo y que merece comentario aparte, va y sube a la tribuna Gabriel Rufián y en vez de hablar de su posición en la votación de la investidura de Rajoy se dedica a, no sé como llamarlo ¿zarandear? ¿atizar?… al PSOE y a los socialistas en general. Es el hemiciclo lugar de grandes discursos, «chapas» memorables y cruce de reproches, alguna vez de manera inteligente… Pero aquí llegó Rufián cuya actuación no calificaré de vergüenza sino de pena. Pena porque es penoso el nivel al que ha llegado la política española ¿Qué ha sucedido para que semejantes indocumentados representen a la población? ¿Cómo es posible que la tribuna del congreso no sirva para hacer política y sí para el lucimiento de «showmans» queno podrían salir en el club de la comedia, ni siquiera en un cuchitril de carretera…. Seguramente es culpa del fracaso escolar del que este parece un claro ejemplo… Pero ahí está. Baja chulescamente la escalera y recibe la carantoña del sumo hacedor Pablo Manuel. Mira con displicencia y con un tono monocorde desgrana una lista de dogmas como si de un inquisidor se tratase. Salen testimonios de socialistas, caciques, traidores y no sé cuantas cosas más… De pena. Para empezar no hace falta que venga Rufián a decir nada, ya sabemos muchas cosas y las aclararemos o no, saldremos o no, pero no hará falta que un chulesco personaje nos de lecciones de nada.

Porque hagamos un ejercicio de ciencia ficción y pensemos en un socialista que sale a la tribuna y le dice a Rufián y sus secuaces cosas como, lo inútiles que fueron políticamente algunos de sus padres fundadores, la represión en la retaguardia catalana durante la guerra y sus consecuencias, llamarse de izquierda y apoyar a Convergencia o como se llame, participar en esa gran locura colectiva producida para tratar de huir de una corrupción galopante en Cataluña… Debe ser que Esquerra no sabe que comparte gobierno con  un partido juzgado y condenado por corrupción con las sedes embargadas. No debe saber que ser de izquierdas en Cataluña es justificar en nombre de la patria que un millón ochocientos mil catalanes tiene rasgos de pobreza, que un parlament paralizado es lo que es ser progre y de izquierdas… Pero eso, chulesco y sin ver esa viga que ya la Biblia advirtió. Pobre Rufián tan ignorante, tan maleducado pero arropado por los aplausos de Pablo Manuel y los suyos que han decidido arrastrar a la izquierda por los suelos… No se preocupen por el partido socialista, ya haremos lo que haya que hacer. Más bien preocúpense de borrar las cintas con sus acciones en el Parlamento. De verdad, sus nietos no merecen ver como eran sus abuelos. Al menos que piensen que llegaron al Congreso y cumplieron con su cometido y no pensar que descienden de una panda de cretinos analfabetos… Y sin puta gracia, decir «no es no» cuando solicitaron tu voto, puede ser  carnaza para los de alrededor, Rufián, pero para cualquiera con dos dedos de frente es una solemne gilipollez.