Ha pasado una semana de negociaciones entre Pedro Sánchez y el PSOE y los grupos con los que quiere y se puede pactar la investidura. De todos es sabido que el PP no aportará nada al debate sumido como está en el quietismo marianista y en su diario caso de corrupción que ha hecho exclamar al líder gallego aquello de «Esto se acabó y aquí ya no se deja pasar ninguna». Que ya se sabe que hablar no es lo mismo que escribir y que las palabras en momentos de excitación las carga el diablo pero un análisis poco detallado de la frase implica que se dejaron pasar, y parece ser que no pocas. Con los de la ex-CDC ahora el rimbombante «Democràcia y Llibertat» que anda con la idea de refundar otra cosa en manos de Artur Mas que supogo debe estar abonado al cine para ver «El renacido», no hay nada que hacer mientras sigan en sus devaneos independentistas, probablemente hasta que otra cosa garantice su supervivencia y negocios. Y en cuanto a ERC y su pareja estrella Rufián y Tardà nos esperan momentos de gloria de ambos a los que ya el segundo nos tenía acostumbrados y ahora el primero promete superar porque ya marcó un nivel muy alto en su comentario sobre la Transición y la Historia que, dicho sea de paso, cualquier estudiante de bachillerato (a no ser que esté aleccionado que no formado, sutil diferencia) podría tumbar.
Pero vamos con los que sí pueden apoyar la investidura, algunos perros viejos que saben lo que se mueve y otros unos recién llegados que no por ello han de ser descalificados. Todos hemos sido recién llegados en algún momento u otro de nuestra vida. Y además voy a romper una lanza por los que se niegan a pactar si están otros por en medio y reparten prebendas como caramelos el día de reyes. Ya digo de antemano que comparto lo dicho por Pedro Sánchez y, por supuesto deseo que consiga encabezar un gobierno de izquierdas que afronte aquello que dijo era urgente para España. Pues bien, «Podemos» se niega a apoyar una investidura en la que ande «Ciudadanos» por en medio. Nada extraño teniendo en cuenta que estamos asistiendo a las viejas luchas de la izquierda, lo siento por los que se dicen «nuevos». Analicemos y que conste que no es un reproche, es el patrón ideológico que por algún lado tenía que aflorar y que la socialdemocracia tiene que comprender. En primer lugar la idea de ser el partido que pone voz al pueblo (antaño el proletariado hoy los de la casta y el resto) y hablando de procesos participativos que nadie conoce ni ve y proponiendo cosas que surgen directamente del politburó (no es ningún término peyorativo, es una descripción del funcionamiento). Por lo visto cumplen a rajatabla con el patrón histórico. Después el asunto de no dar ni agua al PSOE poniéndose en posiciones extremas de «todo o nada» Recordemos»No se puede acabar con el capitalismo sin acabar con la ideología socialdemócrata en el movimiento obrero.» dijo Josef Stalin. Por lo tanto siguen la pauta ancestral, la socialdemocracia es la enemiga del pueblo y ha de desaparecer, en este caso hay que superar al PSOE y convertirse en el partido único del pueblo. Y si es necesario aliarse con la derecha, coincidencia en pedir que se acorte el tiempo de negociación en nombre de una voluntad? del pueblo español, alianzas con nacionalismos en las autonomías, pues se alía, el fin justifica los medios. La famosa «pinza» de los tiempos de Aznar y Anguita, hoy resucitado para «Podemos». Pero es que de posturas de este tipo desde que Lenin pactó con los alemanes que le dejaran pasar a Rusia para hacer la revolución hay unas cuantas. Da igual la coincidencia programática con el PSOE, aunque en el trazo fino pueda haber diferencias, política al fin y al cabo, el caso es torpedear con aquella máxima tan de ellos «Cuanto peor mejor» o «Democracia para qué». Ideológico, nada que objetar, es su ADN, que, cómo se puede ver, de nuevo tiene poco. Y claro, como de alguna manera hay que ser novedoso pues ahí están las formas, que tampoco lo son tanto, agresividad verbal, bic en mano, soniquete que todo el partido comparte, ese eterno gesto de estar diciendo algo trascendente y absoluto a todas horas del día por se conscientes de su liderazgo social indiscutible e indiscutido.
La vieja historia del cainismo en la izquierda. Repito, nada que objetar, la cosa es así. Y así lo ha entendido la derecha que espera el histórico fin de estas cosas, preferir ser cabeza de ratón que cola de león. Pedro Sánchez lo tiene crudo, y espero que salga adelante por la izquierda, porque la realidad es la que es y España necesita de las reformas propuestas en los ocho puntos que el líder del PSOE desmenuzó después de las elecciones. Pero además de lo que tiene en casa que da para otro artículo y que también es la tradición ideológica socialista, no compite contra un duro negociador, compite contra la historia.