Lo sublime y lo ridículo

Ridiculo dog Cuentan que Napoleón dijo que de lo sublime a lo ridículo sólo hay un paso y lo mismo cuando el gran director de orquesta Otto Klemperer lo expresó afirmando que convertir la novena sinfonía de Beethoven a la hora de interpretarla en algo sublime o ridículo era cuestión de un milímetro. Pues bien me parece que últimamente hay quien quiere hacer que las cosas parezcan enormes y sublimes y acaban superando ese milímetro del que hablaba el maestro alemán. Y no son pocas sino que parece que proliferan por todos lados. Y aclararé una cosa, no porque el hecho en sí sea eso, un hecho ni más ni menos, que unos lo contemplan de una manera y otros de otra sino porque su permanencia en lo sublime o su caída en el ridículo sucede a continuación cuando se desarrolla y suceden o te enteras de otras cosas,  lanzando a la papelera todo el espectáculo, al fin y al cabo es eso, que se había pretendido original, trascedente y digo de perdurar en la memoria y los anales de los humanos.

Vamos con algunas cosas de las que han pasado últimamente como aquella mítica votación en la que los participantes en la asamblea de la CUP empataron a 1515 a la hora de investir o no a Mas. Ya ese día la cosa sonó rara pero cuando ves los hechos posteriores y como se pasteleó la presidencia con un sí pero no pero te dejo dos para no incordiar más, que me perdonen pero me parece que el partido antisistema hizo más por el sistema que nadie, es decir, el ridículo. Y que decir del número cuatro de la lista que sale haciendo un alarde de patriotismo para explicar porqué se apartaba de la lista y a parte de las perlas «corregir las urnas» o «el candidato al que he designado», nos enteramos al cabo de poco que en realidad su partido lo había retirado a gorrazos porque en unas nuevas elecciones se quedaban como mucho en 20 diputados, lo dicho, tanto lenguaje épico para que en realidad la cosa se quede en que hay de lo mío.

Y vamos con la sesión de apertura de las Cortes que tanto se comenta. Ahí, como en el comentario anterior, corro el peligro que los ultra defensores de la nueva política pongan de nuevo mi cabeza a precio. No me interesan ni peinados, ni ropajes, ni mochilas ni maletines. Pero sí creo que cuando alguno se vea dentro de algún tiempo diciendo lo que dijo no sé si estará muy orgulloso, aunque es de reconocer el sentido del espectáculo… Es una percepción personal. Aunque sí señalaré que me llama la atención la cantidad de cargos de los nuevos partidos cuyo curriculum indica que su modus vivendi ha sido la subvención institucional… Cada cual que piense lo que quiera, pero hacer alarde de moralidad, renuncia a según que cosas y demás y ves la trayectoria pues la verdad es que muy sublime…

Y lo que muchos esperan, la criatura en el Congreso. Nada que decir al hecho y a lo que se dijo quería representar pero si la continuación es que fuera de cámara la recoge la niñera y se la lleva porque la madre es, como se decía antes, de familia bien, pienso que el asunto pasa de ser plasmación de una cuestión tan seria  y épica (ese pobre niño aguantando la sesión) a transformase en algo no todo lo edificante que se quería y con múltiples lecturas que no son precisamente las deseadas… En resumen, me temo que entramos en una época en que se va a lanzar a los cuatro vientos la gran categoría moral de algunos y la infalibilidad de sus comentarios como aquellos de recomendar la «ética de la razón pura» de Kant, que nunca escribió, o la existencia de un referéndum  de autodeterminación en Andalucía, que nadie vio, y todo ello aderezado con cambios de opinión diarios con la mirada perdida en el horizonte en busca de la Ítaca perdida o sabiéndose poseedor de algo que el resto de mortales no tiene… ni tendrá.

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