La utopía optimista piensa que va a arreglar todos los problemas de la humanidad con algo que nadie ha inventado. El problema es que probablemente ni siquiera ellos saben cual es esta solución y si la saben y se la callan ese bálsamo de Fierebrás no existe para el resto de mortales.
Y esto viene al hilo del comentario que voy a hacer sobre los llamados partidos emergentes que tiene como denominador común el repetir insistentemente que son «la nueva política». Antes de comenzar quiero aclarar que no se trata ni de defender al bipartidismo y tampoco las formas de los grandes como si fueran las únicas de hacerse. Al PSOE-PSC me referiré en otro artículo. Y al PP nada de nada y lo aclaro. Tanto el socialismo como el liberalismo conservador son sobradamente conocidos porque se hayan en el eje izquierda-derecha (más allá de personalismos y gestiones puntuales) son, vamos a decirlo así, ideológicamente claros, al menos en lo que tradicionalmente, perdón por la expresión, son líneas políticas y, precisamente por saltárselas, son castigados. Así que cómo tengo claro lo que es el PP no pienso ni comentarlo ni glosarlo (al igual que CDC o como se llame ahora, Unió, PNV y demás)
Vamos con los «nuevos» porque me parece que de tal tienen poco más allá del nombre que es una manera de ocultar, o no decir, lo que ideológicamente son. Un sustantivo y un verbo que nada dicen de fundamento ideológico ni de raíces. Y por esto último empezaré ya que hay uno que reivindica fecha y lugar de nacimiento: el 15 M en las plazas. Obviamente es «Podemos». No sé si en alguna llegarán a poner una placa como en casa Labra de Madrid donde se fundó el PSOE. No lo creo porque me parece que poco tienen que ver con lo que dicen se reivindicó en aquel momento y lo digo porque el «nuevo» partido monta una estructura que para sí hubiera querido algún partido del este: dirección férrea, politburó defensivo alrededor del líder y control absoluto de las asambleas donde si no sale lo que se decide en la cúpula se acaba torciendo la decisión de las bases donde los pocos círculos que quedan, y que se presentaron como gran novedad política ahora, son más triangulo, cuadrado o pentágono ¿Es esta la novedad? Esto es tan antiguo como la propia existencia de los partidos. Pero si que hay algo nuevo, la afición que Pablo Iglesias le ha cogido a Ada Colau, y que parece ya traslada anunciando ministros de su entorno más cercano emulando el nepotismo que la señora alcaldesa practica en el ayuntamiento de Barcelona, tampoco le he escuchado una palabra sobre la contratación de empresas curiosamente relacionadas con BC «nueva política» sin duda. Cómo también es «nueva política» decir que no se es política y decidir a dedo quien va en las listas, acudir a mítines, abandonar el cargo durante quince días para hacer campaña electoral, en fin, que es verdad señora alcaldesa, usted no es política. Pero no sólo eso, el ideólogo Monedero se tuvo que ir por un «asuntillo» con Hacienda, desgraciadamente una no novedad. Y sobre el líder, no sé, conozco muchos y, por mi faceta de historiador, unos cuantos más, y las formas, sin querer ofender, son populistas, algo que los sofistas griegos ya practicaban y que el «profe» de políticas debe de saber ya que no le estoy hablando de Kant y su «Ética de la razón pura» que tanto parece conocer. Y para terminar volver a lo de la utopía optimista. Por ahora nada de nada, inercia de gobiernos anteriores porque ante lo mucho que se diga que se hace en los lugares donde gobierna el entorno «Podemos» la verdad es que poco o nada, la realidad supera las esperanzas de que todos esperemos sentados la solución milagrosa que parecen poseer y guardan como Santo Grial. Lo dicho o nos lo explican, lo ponen en práctica y sale bien, casi nada, o estamos en el mundo del quietismo, ni para adelante ni para atrás.
Y ahora la otra cuyo líder, al resto ni los conocemos, y creo que para el jefe ni falta que hace, no hace más que repetir que él (y sólo él) representa la nueva política. Y lo digo porque allá donde «Ciudadanos» ha tenido éxito (y mucho) es curioso porque nada se espera de ellos, ni una sola propuesta, incoherencia programática más allá del mantra de que van a hacer algo nuevo pero, al mismo tiempo, se les oyen comentarios en plenarios de distrito, ayuntamientos, incluso parlamentos, que sorprenden porque parecen fruto de la inspiración, o no, personal, con lo cual podemos estar ante comentarios que resultan chocantes pero que siempre tienen que ver con ese centrismo que dicen abanderar porque ellos, al igual que dice Pablo Iglesias por cierto, no son de derechas ni de izquierdas, y que una vez quitado el barniz asoma lo que asoma, el conservadurismo de siempre, nada nuevo. Esto viene a cuento de que llamar nueva política a un partido cuya organización es absolutamente presidencialista, no deja de ser paradójico. El líder único que aparece en todos los carteles sean cuales sean las elecciones y que de nuevo parece tener una ciencia que nadie conoce, ni siquiera los suyos, no es precisamente novedoso. Dicen que es el partido del IBEX, otra novedad, no habíamos visto nunca un partido apoyado para que garantice las mejores circunstancias para el poder económico, si lo supieran en Estados Unidos… lo que se han perdido.
Y, por último, ¿ese apoyo de medios de comunicación de manera descarada?… Nada, la nueva política