A Pocas horas de empezar el nuevo curso me he dado cuenta de que uno ya lleva 25 años, un cuarto de siglo, en la enseñanza, lo que se llaman las bodas de plata. No soy muy dado a números fetiches, pero nunca es malo echar la vista atrás y más si se es historiador.
Recuerdo los comienzos, las primeras clases en EGB intentando demostrar la importancia de las Sociales para todos (y lo son) queriendo marcar perfil de profe al uso y la sensación, aún la recuerdo, de que aquello era una guerra que había que ganar en la que el enemigo no descansaba y al que había que controlar en los más mínimos detalles. Incluso sigo pensando que en aquellos días si alguien me hubiera dicho «mira chaval, no vales para esto» me hubiera hecho un favor al librarme de la angustia y la tensión que para mí significaba enfrentarme a un grupo de 30 personas cada hora. Pero no sucedió, debieron de pensar que había madera en un recién licenciado en Historia que tenía el tema de la educación como transitorio hasta que encontrara algo de lo suyo. Pero el tiempo pasó y fui creciendo en experiencia y en paciencia. después vino mi etapa en FP, una temporada casi de trinchera pero impagable y después el bachillerato y aquí sigo.
Y de todo este tiempo qué podría decir, pues como resumen que estoy muy orgulloso de poder decir que he contribuido a que haya buenas personas en el mundo y , más en concreto, que las chicas y chicos de barrios trabajadores, que sufren como nadie los golpes de las crisis, salgan adelante y se codeen en pie de igualdad con los que la vida les ha sonreído más. Y, por otro lado personalmente me he enriquecido como ser humano ya que, cómo decían los clásicos, en el diálogo está la sabiduría, y no hay que olvidar que este negocio va de dos, el profe y los alumnos, y tan profesionales de la enseñanza somos el uno como los otros y los diálogos no son sólo necesarios, son imprescindibles.
La labor del profe es de esas que no se ve el resultado final. Hoy gracias a las redes hay más posibilidades y comparto amistad con centenares que han pasado por mi clase. Los veo ya mayores, con familia, trabajando, con criterio, con ideas, algunas que no comparto pero orgullosos de que sean capaces de defenderlas con la razón. Y me he dado cuenta de que todo el mundo sale adelante, que los tiempos académicos no son los de las personas y que llega un momento de inflexión en que se inicia la senda definitiva, si no es ahora, será más tarde.
Han sido muchas las anécdotas, de alegrías y también de tristezas, de acertar con la tecla y otras de aburrir a las ovejas, de lo que me cuesta poner a alguien un número a su conocimiento, de viajes, experiencia magnífica, de excursiones, de chuletas, de la llegada del móvil y la pizarra electrónica. Lo que nunca cambia es el eterno retorno, yo siempre vuelvo del verano con un año más y ellos siempre tienen la misma edad… Y los compañeros y compañeras, aunque somos francotiradores, que ejercemos nuestra labor en solitario tantos años juntos ha generado amistad, con algunos más que con otros, igual que sucede en clase y con los que se comparte el café de media mañana y los chascarrillos de cada aula.
Un cuarto de siglo, aún queda cuerda para rato así que aquí sigo a punto de empezar un nuevo curso y muy contento y orgullosos de haber conocido y contribuido a formar a tanta y tan buena gente.
Un abrazo para todos.
Felicidadessss!!! por esos 25 años!!!