Decía el añorado Jordi Solé Tura que las reformas son más difíciles y complejas que las revoluciones. En este momento todos los ortodoxos de la izquierda radical ya estarán tachando la frase y a los que estamos de acuerdo con ello de traidores, “refor”, agentes liberales y no sé cuántas cosas más, eso sí tras la seguridad del sofá y el quietismo verbalizado.
Comienzo así porque el panorama político lejos de aclararse se complica y comienza a tomar un cariz que no invita a precisamente a la tranquilidad, por lo menos a mí, ya maduro historiador de fuertes convicciones materialistas que no cree que la historia se repita pero cuantas cosas enseña la historia comparada… Y no me invita a nada optimista porque mis raíces ilustradas, marxistas y gramscianas son una mezcla que me hace tener la mosca tras de la oreja. Pero son raíces, son memoria y son historia algo que considero necesario para cualquier tipo de actividad y eso no significa cumplir a rajatabla con la tradición. Cómo decía Marx la tradición de los muertos pesa como una losa sobre la memoria de los vivos y sería contradictorio con una ideología que ha de estar en permanente transformación.
Tras esta introducción aclaratoria volveré a Solé Tura. Las reformas son más complejas que las revoluciones porque en las primeras hay que mantener algo que se debe transformar a mejor, metamorfosis sería la palabra adecuado: transformarte sin dejar de ser quién eres y por eso la preocupación. La presencia de grupos que dicen vienen a “destruir”, no lo digo yo lo dice una más que probables candidata a la alcaldía de Barcelona que se acompaña dice de no políticos (casta a la que hay que destruir, por supuesto) Una diputada en las Cortes, una regidora de la ciudad, un catedrático de derecho constitucional, este tampoco habla de política (sobre el caso del asalto de los profes de Universidad a la política me referiré en otro artículo en breve) … Una revolución, con elementos conocidos subidos al carro, como aquellas en que se destruía todo y a todos y al día siguiente nadie sabía cómo funcionaban la mayoría de cosas y, por cierto, todas ellas fracasadas al cabo del tiempo…
¿Qué es la reforma? Transformar Manteniendo lo que es necesario, los principios, A la izquierda del socialismo ya no hay nada, los restos de un naufragio provocado por los cantos de sirena del populismo más inquietante, aquel que ha cambiado el pensamiento, diálogo interno con uno mismo y compartido después con los demás, por la palabrería destructiva del todo o nada que después en la práctica, en la realidad, vocabulario marxista, abandona todas y cada una de sus promesas sustentadas en la nada. Los que presumen de ser la izquierda “pura” han dejado su memoria hecha añicos en nombre de una modernidad cada vez más liquida y ajena a todo. La historia ha de defender la memoria y hay quién quiere acabar con ella, por derecha y, no sé si llamarla ya así, por izquierda echándose en manos de artistas de la destrucción que anteponen un personalismo que comienza recordar el viejo lema que vieron en tantas paredes durante años “…. (a poner el nombre que se quiera) siempre tiene razón»