El Álamo

Conocida es mi afición al cine y titulo este artículo con un clásico, «El Álamo», la historia del asedio de la misión donde los tejanos resistieron el avance del ejército mejicano de Santa Ana.

Pero no se trata de hablar de cine sino del PSC del que hace tiempo no escribía.

Es evidente que la situación no es la mejor, eufemismo para decir que es mala o muy mala. Un bajón electoral en las europeas, un primer secretario dimitido, una protocandidadata que da la espantada, un bombero que improvisa sobre la marcha en el borde del abismo… Y esto es lo que hay, no vale la pena lamentarse sino afrontar lo que hay y lo que viene: 11S, 9N, elecciones municipales y unas hipotéticas autonómicas. Pero esto es un partido político con una base ideológica de más de 150 años que ha contribuido a la convivencia como ninguno y que ha hecho de la capital de Catalunya y los lugares en los que está y ha estado lo que es, Una ideología y una obra que los otros se empeñan en liquidar, incluso me temo que piensan que ya lo han hecho.

¿Qué podemos hacer? Evidentemente espero que el futuro Primer Secretario sepa lo que se trae entre manos y como revertir la situación, pero como todo el mundo opina yo también quiero decir la mía.

La sensación que tengo es que llevamos un tiempo resistiendo, por eso lo de «El Álamo», resistencia en Nou Barris, resistencia en Hospitalet, resistencia en el Baix, en el Vallès, resistencia, resistencia, resistencia… Y eso es señal de estar a la defensiva, y puede quedar muy heróico (ese maldito romanticismo de las derrotas y las retiradas) pero es poco efectivo si al mismo tiempo no se está preparando algo y no parece. Fuimos un gran ejército, teníamos divisiones, carros de combate, artillería, ahora ya no. No podemos permitirnos una ofensiva en toda regla. Pero algo hay que hacer y continuando con la terminología militar la única oportunidad que tenemos es seguir resistiendo y actuar con guerra de guerrillas: golpear, escapar, golpear, escapar… Hasta conseguir aliviar la presión sobre las últimas posiciones.

¿Y esto que significa en términos políticos? En primer lugar es un método para conseguir un fin, no para sobrevivir, y no es otro que la victoria.  Aprovechamiento máximo de los recursos humanos y eso pasa porque una misma persona no puede ser de todo, en la guerrilla, cada uno ha de ser un especialista, hacer lo que mejor sepa hacer, con capacidad de improvisar para lograr el fin. Y en este momento, no nos engañemos, pasa por núcleos pequeños de militantes activos que tienen la voluntad de hacer cosas. A partir de aquí, en términos de guerrilla, hay que buscar el lugar favorable que son aquellos núcleos en los que ganamos o tenemos presencia y allí hay que  fidelizar el terreno (no podemos perder un voto más) conocer el medio más que nadie (particulares, entidades, asociaciones, movimientos, plataformas, problemáticas de barrio) establecer lazos cada vez más amplios con la población haciendo más grandes las bases de apoyo. El barrio es nuestro habitat y la sección nuestro yunque sobre el que hay que golpear una y otra vez.

En resumidas cuentas, estamos hablando del único trabajo que sabemos y podemos hacer: fidelizar uno a uno al votante intercambiando su apoyo por servicios políticos y para eso es necesario, y volvemos a la terminología guerrillera, movilidad constante, ya no podemos permitirnos ni un segundo más de quietismo político. En segundo lugar vigilancia constante, toda variación de la situación, todo hecho coyuntural puede ser una oportunidad pero también una amenaza (el enemigo nunca descansa) y eso lleva al tercer elemento aunque suene mal, desconfianza constante, y, ojo, no en el compañero, sino en el adversario y en la situación preveyendo que las cosas pueden cambiar en cualquier momento.

Frente a la superioridad que hoy tienen nuestros adversarios políticos hay que lograr primero una superioridad relativa en lugares que afiancen nuestra posición para comenzar a crecer incorporando personas al proyecto socialista. Cada una de ellas será una victoria y un activo más. Y esto no es labor de unos pocos (ejecutiva o consellers) es labor de todos los recursos humanos si queremos hacer frente a lo que viene. No se puede permitir que algunos miren con diatribas internas y juegos de poder, bastante tiempo tendremos, desgraciadamente, si volvemos a ser lo que fuimos, aunque también soy de los que piensan que sólo tenemos una bala, y que si volvemos y la desperdiciamos, nadie nos dará una nueva oportunidad. Por lo tanto hay que hacer una reflexión sobre quien debe afrontar esta lucha. Porque no olvidemos lo que somos, un partido político, y aunque suene a rancio (me importa un pito, ver mi artículo sobre el lenguaje del 3 de julio) somos la vanguardia política que tiene un mandato (gobernando o en la oposición) que hay que cumplir y que de ser así atraerá más confianza en el proyecto. Un error táctico hunde a la guerrilla, el político también.

Sólo así conseguiremos forma de nuevo una mayoría social de izquierdas que se sienta representada por el PSC y hay mucho trabajo y poco tiempo por delante, pero nada es imposible, ya hemos demostrado capacidad de sufrimiento y hemos soltado lastre ahora reorganicemos rápidamente las bases, activemos y formemos a la militancia que está deseando hacer algo por su partido y el que esté a la espera se incorporará si ve resultados (un mal ejemplo pero necesario)

Vuelvo a «El Álamo». Si nos quedamos ahí todos sabemos como terminó aquella historia. Por ahora aguantamos pero hagamos algo más. Si no se hace nada sucederá. Y como decía el guerrillero más famoso de todos los tiempos «Hasta la victoria, siempre»

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