Como reza el título hoy toca hablar de las elecciones europeas. Aviso que no voy a hacer un panegírico de las bondades de la socialdemocracia frente al conservadurismo, Schultz frente a Juncker, eso se sobrentiende ni tampoco voy a hacer un llamamiento a desmontar las políticas de austeridad porque estoy todo el día, así que dadlo por hecho. Voy a hablar del socialismo y las elecciones europeas porque creo que estamos en un momento de todo o nada, cosa que a los conservadores no les sucede nunca. Voy directamente a la cuestión ¿Qué pasa si gana la socialdemocracia y luego no hace lo que se espera que haga? Me explico. Hollande fue una esperanza y las noticias que llegan de Francia no son muy halagüeñas con un primer ministro que disimula muy bien lo de socialdemocracia. En Holanda el gobierno de izquierda privatiza la compañía del agua y las soluciones propuestas frente a la crisis brillan por su ausencia salvo un canto al fin de la austeridad, cosa que comparto, aunque me tiene que decir cómo. Por no hablar de la presencia de comisarios europeos de las filas socialistas cuyas voces, cuando se han escuchado, no han diferido mucho de sus colegas de la derecha.
Puede sonar mal pero ganar ¿para qué? Si es para aplicar un programa verdaderamente socialista, si es para dar un giro de 180 grados a medidas y objetivos, si es para decirle al mundo que Europa es verdaderamente de izquierdas, adelante. Pero si es para hacer lo que se está haciendo sólo conseguiremos una cosa, que el socialismo desaparezca como alternativa porque si ganamos la ciudadanía esperará no un sucedáneo ni una cosa extraña que dice por un lado y hace por otro. sino otra manera de hacer y sólo tiene un nombre socialismo.
La campaña ha comenzado, el socialismo va a la guerra y voy con él pero espero no encontrarme con mensajes vacíos para una política dictada por mercados y financieros. Nacimos para cambiar el mundo y no para decir «es que las cosas son así y no hay más», como decía Marx, sí Marx, que no se asusten los que han renunciado a él, que hasta ahora se había interpretado el mundo y que había llegado la hora de cambiarlo. Cuando el capiatlismo ha enseñado de nuevo su cara más sucia, el socialismo tiene la oportunidad y la obligación de imponer sus valores sustituyendo la racionalidad economicista de la derecha por el humanismo de lo razonable. Cualquier otra cosa será el triunfo definitivo de la derecha.