Va de música

Hoy voy a hablar de música. Una de mis aficiones y también de mis frustraciones porque me hubiera gustado ser director de orquesta, una figura que me fascina. Coleccionista de LP primero y Cd después que atesoran música desde la edad media hasta la actualidad. Pero no se trata de enumerar sino de escribir de preferencias, manías y mitologías particulares que los años van moldeando y habiendo cosas que se han mantenido casi como dogma cada momento es irrepetible y tiene su música y lo que hoy no gusta puede fascinar en el futuro: la magia de la música.

Comenzaré diciendo que no se me ocurrirá negar la valía de nadie pero sobre gustos no hay nada escrito y no cometo sacrilegio diciendo que prefiero Haendel a Bach y que no hay nada como un concierto de Vivaldi, la gloria de Venecia. Pero que placer unos conciertos de Brandenburgo de Bach bien tocados, un compositor de corpus impresionante y que además nos legó a unos cuantos hijos compositores de auténticas maravillas.

Ya metidos en el clasicismo qué decir del divino Mozart, no hay obra que no tenga ese punto de genialidad y me es muy difícil quedarme con alguna aunque yo recomendaría hacerse con todas las sinfonías, 41, y escucharlas una detrás de otra, las sonatas  para piano, 18, de una sencillez y claridad que raya en la simpleza. Y sobre todo esa joya de la historia de la humanidad que es “Don Juan”, ópera en dos actos y que es algo absolutamente milagroso. No soy muy aficionado a la ópera, todo hay que decirlo,  pero desde la primera vez que la escuché no ha dejado de fascinarme ese grupo de personajes que pululan en una historia imposible.

Seguimos con el clasicismo y una de mis debilidades es Haydn, un genio del calibre de Mozart pero que para mí es el paradigma del placer musical, de la música por la música. Alegre, optimista, chispeante, una experiencia única esas 104 sinfonías o los cuartetos.

Obviamente estoy dejando por el camino a unos cuantos como los ya mencionados Bach, el gran Scarlatti, o Gluck con sus sonatas para dos instrumentos, pero esto da para lo que da así que continúo.

Y llego Beethoven para revolucionarlo todo, aunque vuelvo a decir que sin que suene a herejía que prefiero a otros aunque lo escucho con asiduidad y poseo varias colecciones de ese corpus que son las 9 sinfonías, las sonatas para piano, los cuartetos o los concierto para piano.  Confieso que soy más de 1º, 2ª, 4ª y 7ª sinfonías que del resto y me gusta el 4º concierto por encima de los demás.

Me declaro un oyente entusiasta de las sinfonías de Schubert y me cae simpático Mendelshonn con una sinfonía escocesa y un concierto para violín que me retrotrae a mis primeras audiciones. Schumann me fascina, toda su obra desde principio a fin pero si he de escoger a alguien del romanticismo puro y duro no hay nadie como Johannes Brahms, esas cuatro sinfonías a cual más perfecta, la música para piano y una sublime música de cámara que me acompaña habitualmente.

Ya he dicho que no soy muy “operero” si se me permite la expresión pero no he de dejar de mencionar a Verdi en el que soy muy clásico “Rigoletto” y “La traviata” y a Wagner aunque reconozco que las genialidades del alemán me cuesta seguirlas. Y del resto alguna cosa de Donizetti.

En cuanto al nacionalismo musical, sin ser nacionalista, reconozco que me encanta. Rusia es una mina especialmente Tchaikovsky que me fascinó desde el primer instante pero también Moussorgsky. Qué decir de Smetana y “Mi patria” con momentos gloriosos, o Dvorak y ese concierto para violonchelo que es puro fuego, Albéniz, maravillosa la música para piano y una debilidad difícil de explicar, Sibelius, el finlandés, una música encantadora y desolada al mismo tiempo.

Finales del XIX y principios del XX es una de mis épocas preferidas. Soy muy de Bruckner, ese organista de pueblo genio del sinfonismo, Richard Strauss, más sus poemas sinfónicos que el resto y ahora sacrilegio, nada de Mahler, al que supongo que tarde o temprano he de llegar pero… Debussy es un genio que descubro en cada una de sus composiciones y Stravinsky me parece arrollador, nada como una buena “Consagración de la primavera” en directo.

No quiero olvidar a Falla, Satie, Dukas, Holst, Paganini, Liszt, Berlioz, que me han proporcionado grandes momentos pero que no pondría entre mis favoritos.

Capítulo aparte para los intérpretes donde me confieso mitómano. Ya he mencionado mi frustrada vocación de director pero la he suplido con una admiración sin límite a algunos de ellos. Del pasado la magia de Furtwangler, la tronante furia de Klemperer, la entrega y pasión de Bernstein y sobre todos ellos el mayor genio Seriu Celibidache del cual colecciono todo y que cada audición me depara algo nuevo sin olvidar el conjunto de ruidos, gritos y mugidos del maestro que ya son parte de la historia de la música como la profunda respiración del maestro Casals en las suites de Bach. Y de la actualidad tres maestros me conmueven especialmente, el gran Claudio Abbado, Simos Rattle, al que vi hace poco en directo haciendo con la Filarmónica de Berlín una segunda sinfonía de Schumann para la historia y el joven Gustavo Dudamel, una joya de la escuela venezolana todo fuerza y entusiasmo.

Y no me quiero olvidar de Giulini, al que escuché un Brams memorable, Szell o Carlos Kleiber. Y entre los intérpretes me llama la atención el joven Lang Lang sin olvidar a los grandes del piano como Horowitz y del violín como Szeryng o Mutter. Y en cuanto a la voz ya he dicho que no soy muy aficionado pero tengo una debilidad, Cecilia Bartoli, simplemente escuhadla, no hay más.

Hasta aquí un breve recorrido por mis gustos musicales, algo que hacía tiempo quería hacer.

Un saludo

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