La leyenda del topo

La figura del infiltrado es sobradamente conocida. Alguien que es introducido en una organización para informar y minar desde dentro. Un personaje de perfil bajo cuyo pasado se desconoce y que puede ser reconstruido con detalles aquí y allá que garantice su pedigrí para unirse a la causa.

Pues bien, vamos a narrar la posible vida de uno, también llamados topos, y que conste que cualquier parecido con la realidad es pura coincidencia.

Fabriquemos un perfil. Un tipo vinculado y mal pagado en la universidad aparece un día en un programa de televisión en el que se debate sobre actualidad política. El programa va de progre aunque pertenezca a un grupo de comunicación vinculado claramente a la derecha. Supongamos que aupado por la cadena se convierte en azote de los políticos aprovechando la profunda crisis del 2008 y la salida a las plazas para ocuparlas. Y, aunque nadie lo reconoció nunca en una de ellas se apropia con hábil oratoria de las reivindicaciones del 15 M (para dar fuerza a esta historia recomiendo un artículo que escribió Antonio Gramsci sobre el control de los movimientos espontáneos) Prosigamos. Con un lenguaje bravucón y populista consigue un impacto innegable y termina por hablar de lo viejo y lo nuevo y anuncia que se presenta a las elecciones europeas y , sorpresa, obtiene representación. Eso sí, cobrará lo mínimo, vivirá con otros en un piso, viajaría en turista y gastará un bolígrafo BIC. Que no se le viera nunca en el Parlamento salvo el día de la toma de posesión ni se le conozca votación ni aportación es lo de menos, las redes trabajan a su favor. El caso es que ya estaba ahí empujado por quienes él critica desaforadamente y le critican a él, vende muy bien que el contrario te machaque y te insulte aunque seas una de sus criaturas, es parte de la estrategia. Se monta un partido y se presenta a las elecciones obteniendo buenos resultados. Como izquierdista que dice ser sueña con convertirse en el líder de ella desbancando a los demás que por ahí pululan y se dedica a zarandearlos, incluso hace repetir elecciones porque él no ha ganado- Finalmente llega a ser un alto cargo del gobierno y sin saber que hizo con el puesto, desaparece de la vida política tutelando su partido desde lejos. Y así reaparece periódicamente dedicándose a machacar a la izquierda desde su atalaya en nombre de la izquierda pura que para eso él es el adalid que vigila cualquier desvío, eso sí nada ha de parecerle bien, otra parte de la estrategia.

La desunión y enfrentamientos en la izquierda son históricos. Los artistas de la destrucción abundantes, pero también los infiltrados que desde dentro han puesto palos en las ruedas, destrozado proyectos y hundido a personas y únicamente con favorecer el enfrentamiento y siempre en nombre de una pureza ideológica que no es tal ya que se deben a otra causa. Con el tiempo desaparecen se olvidan y siguen viviendo, algunos muy bien. Pero el daño ya está hecho que para eso están.

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