«Se tendrá en cuenta que la acción ha de ser en extremo violenta para reducir lo antes posible al enemigo, que es fuerte y bien organizado» escribió el general Mola en la Instrucción reservada nº 1 del 25 de mayo de 1936.
“No queda más remedio que empezar a fusilar a 26 millones de hijos de puta” (wasap de la XIX promoción 2020)
Eran otros tiempos pero está claro que el general golpista del 36 era más cuidadoso con los canales. En su día ya tuve que pedir que me pusieran en la lista negra de los desafectos al «procés» publicada y publicitada entre los fieles. Ahora me pido, por si no sabían, engrosar la lista de «hijos de puta» que hay que fusilar. La diferencia está en que los del procés tendrían que aclararme cual es la pena y la del grupo de exmilitares ya me lo han dicho. Incluso, diré más y les ahorraré trabajo aplicando la lógica del «36». Me corresponden tres penas de muerte, por mi filiación política, por escribir y, por supuesto, por maestro. Supongo que el nuevo caudillo haciendo uso de su innegable humanidad me conmutaría dos…
Vamos a hablar más en serio porque lo es. ¿Qué importancia tiene un grupo de ex-militares seguidores franquistas lanzan exabruptos, amenazan con matar a la mitad de España incluidos los niños, bombardear organizaciones que no les gustan y proponer un golpe de estado? Probablemente ninguna. En la UE, con militares formados en democracia, en la OTAN con unas democracia rodada, parece una reliquia del pasado que vuelve a visitarnos anecdóticamente.
La noche del 17 de julio de 1936 al ser preguntado Santiago Casares Quiroga, a la sazón presidente del gobierno de la República, por los rumores de movimientos en África dijo aquello de que si querían sublevarse que se sublevaran que él se iba a dormir. Pues bien, aún teniendo las pocas, mínimas, inexistentes posibilidades de que se cumplan los deseos de los del chat no hay que dejar pasar por alto nada y cortar de raíz porque sí hay elementos inquietantes que pueden traer consecuencias. Y es que hay quien agita la coctelera y es nada menos que la tercera fuerza del Parlamento español, no en vano una de sus diputados los ha identificado como «de los nuestros» con saludo de Abascal incluido en el chat. Una fuerza que por sus actos parece creer en esas soluciones que ha envenenado el vocabulario político y que la derecha tradicional ha comprado peligrosamente. Sólo hay amigos o enemigos, no hay más que seguir el debate de presupuestos donde ninguna de las tres derechas ha esgrimido un sólo argumento económico sólo hemos escuchado «social comunista» «bolivariano» «filoetarra» «separatista» «ilegítimo». ¿Una minucia? Para Goebbels no lo era y sabía un rato de esto. Y otro aspecto que me preocupa y que alguno tildará de hipotético y así es. Me explico. No debo dudar de la fidelidad de las fuerzas armadas y no lo hago, sin embargo no pongo la mano en el fuego en que no haya alguno en activo que piense como ellos. Hubo una época en que la oficialidad era endogámica, los generales tenían hijos que iban a ser generales y se casaban con hijas de generales, una casta que se retroalimentaba con una tradición golpista desde el final de la guerra de la Independencia y que crecía en un ambiente cerrado e ideológicamente dogmático. Los tiempos han cambiado pero ¿podemos decir sin duda que no existe alguno así?
La historia no se repite pero como decía Mark Twain, rima.