Vaya por delante que no se trata de un artículo sobre Quim Torra, para eso recomiendo leer los suyos y que cada uno se haga su composición de lugar. Eso sí hágase el ejercicio de dejar a un lado la ideología y leerlos desde la ética humanista que considero es la que vale la pena utilizar como baremo de cualquier cosa y creo que las conclusiones serán bastante obvias.
Es un artículo sobre lo que parece se ha proyectado para el futuro político de Cataluña tras la asunción por parte del propuesto de que esto es provisional: la posibilidad de convocar elecciones coincidiendo con las municipales de mayo.
Es evidente que alguien ha mirado atrás y pretende utilizar la fórmula de abril de 1931, elecciones municipales que trajeron la República. Dos consideraciones iniciales. La primera es que hay una sensación de destino manifiesto, por lo tanto religioso, la divina providencia que ha marcado el futuro. Aquí encontraríamos a Carles Puigdemont que presume de figura de la «Moreneta» en el despacho y de su propuesto Quim Torra que no duda en usar la misma fe ultra católica que profesa en el ámbito político. Esa idea cíclica les lleva a pensar que de nuevo se podrá repetir la acción controlando los ayuntamientos y, en especial, el de Barcelona, pieza codiciada sin recato para ponerla al servicio de la «causa».
En segundo lugar los que, si es que los hay, han hecho el cálculo político y han llegado a la misma conclusión. Para estos una reflexión desde la historia que parece es la gran olvidada ya que, parece ser, que basta ganar las municipales y lanzarse a las calles con banderas, entusiasmo y esperar que el estado se retire.
Una serie de consideraciones:
-Las elecciones municipales del 12 abril de 1931 se producen en el contexto de un estado fallido en proceso de descomposición desde 1898 con gobiernos con una media de seis meses y, finalmente, la instauración de una dictadura de siete años que termina por hundir definitivamente el prestigio de la monarquía.
-Las elecciones se plantean en forma plebiscitaria porque los partidos monárquicos aceptan el órdago convencidos de su victoria (como así sucedió) por el control caciquil de las poblaciones rurales.
-La sorpresa se produce cuando pierden en la mayoría de grandes núcleos donde no existen ese control o se rebelan masivamente contra él. Y asumen el resultado porque conocen perfectamente la diferencia entre un voto y otro. Una papeleta en un proceso manipulado y echada de cualquier manera no sólo no es válida si no que no sirve para legitimar nada.
-Las municipales no implican cambio de situación estatal, si se produce en 1931 es por abandono del contrario y falta de apoyo de las propias instituciones al gobierno y a la monarquía.
La diferencia con el momento actual es que delante no hay un estado fallido con instituciones desprestigiadas, por mucho que se diga (lo de Goebbels de repetir llega hasta donde llega) y, por tanto, habrá respuesta si se comete el dislate. A un estado no se le puede acusar de que quiera garantizar su unidad y funcionamiento. Me remito al republicano para dar idea de esa fortaleza.
-Macià el 14 de abril proclamó la República catalana dentro de la confederación ibérica. Dos días después el estado republicano es lo suficientemente potente para hacerle rectificar.
-En 1932 aguanta y liquida el primer golpe de estado.
-En 1934 termina con la revolución de Asturias y en un día con la proclama de Lluis Companys.
-En 1936 puede contra un golpe de estado que se alarga y termina en guerra civil.
Conclusión: la historia no se repite y si se pretende que se repita hay un inconveniente que esto no va de lo que yo quiera sino de las circunstancias y la realidad. Así que cuanto antes que alguien de la palmada que despierte del sueño al que algunos están sometidos.