Nacionalismo y 27S

El-nacionalismo-aumenta-en-las-crisisEl nacionalismo es poderoso, su fuerza es indudable aunque también lo es el hecho de que semejante fortaleza no se basa en ninguna teoría racional explicable y reconocible ¿De dónde procede pues? Probablemente de la combinación de lo emocional, su capacidad para cambiar constantemente su configuración y la de aparecer como una forma de mística civil que convierte en dogma religioso cultura e historia, lo cual da pie a reseñar otra característica, el nacionalismo digiere muy mal su historia y tiene una mala percepción de ella y, por lo tanto, no duda en transformarla: la realidad fue y ha de ser como el nacionalismo quiere, no cómo es. La justificación de cada paso en un pasado ideal agraviado por el enemigo. Sin embargo, la ecuación no es tan sencilla y antes de hablar del caso catalán hay que contextualizar lo que está aconteciendo.

El nacionalismo comenzó siendo unificador, ahí están los conocidos casos de Alemania e Italia a los que podríamos añadir Grecia, Polonia o Rumanía, y fundamentalmente por una razón, porque se trataba de construir estados viables. En cambio, hoy en día, el nacionalismo ha sufrido una transformación, es abiertamente separatista, o lo que es lo mismo, históricamente surge del modelo de emancipación colonial que comenzó tras la Primera Guerra Mundial. Sin embargo, mantiene su idea de unidad territorial donde vive una sociedad idealmente homogénea que se puede definir por muchos aspectos que no se discuten. En primer lugar la historia en donde se narra cómo fue la Arcadia perdida a manos del subyugador, después la cultura como elemento diferenciador y en donde ancla el hecho lingüístico para acabar en lo étnico. El nacionalismo es optimista por naturaleza, ha de prometer el paraíso, y ajeno a todo lo que no sea su colectividad.

Pero ¿Por qué ese cambio de fuerza centrípeta a centrífuga? Por el cambio de modelo capitalista en que ya no se trata de organizar un estado viable del que evidentemente forma parte un mercado interior potente y estable. Desde la desaparición de las colonias basta con tener una posición estratégica en los circuitos del capitalismo financiero globalizado. Lo cual nos lleva al siguiente razonamiento se puede ser soberano pero no independiente (Latinoamérica siglo XIX) para acabar en otro, cuantos más pequeños estados menos reparto de soberanía. ¿Qué hacer frente a las grandes potencias, incluso multinacionales que manejan más capital que ellos? Pero esto no significa invalidar de facto al pequeño estado o su organización interna, es una explicación de cómo el nacionalismo no puede desvincularse por mucho que prometa el paraíso de la realidad circundante que, desgraciadamente para ellos, nunca es cómo la plantean.

Y para terminar con este planteamiento teórico otra de las ideas no explicables racionalmente: la independencia satisfará todas las reivindicaciones/necesidades de la homogénea sociedad. Cosa que no está garantizada por nada, ni por la teoría, ni por la práctica y mucho menos por una historia manipulada. Pero sí descarta por inviables cualquier relación con la unidad, llámese autonomía, federalismo o cualquier otra cosa al mismo tiempo que la homogeneidad obliga a obviar como va a organizar la coexistencia con las minorías o lugares individualizados por los mismos aspectos en los que el nacionalismo basa su reivindicación.

El nacionalismo es contemporáneo (siglo XIX) en cuanto a su génesis oficial, pero es antiguo en cuanto a las políticas de manipulación de masas y al uso del populismo, no en vano se mueve en el mundo de las emociones que son acríticas. El proceso catalán no se sustrae a todo esto lo que ocurre es que los personajes que lo interpretan están escribiendo el día a día de la teoría que he expuesto anteriormente. La manipulación de la historia hasta el retorcimiento más absoluto: el simposium “España contra Catalunya” y la reivindicación del descubrimiento de América (lo último es que A, Mas es descendiente de Colón) Cervantes o Santa Teresa de Jesús. El optismo desmesurado: los 16000 millones de más que tendrá Catalunya (hoy el conseller de economía habla de un pequeño superávit) y la presunción de que todo el mundo estará pendiente de Catalunya el 27S (discurso de A Mas) El desprecio a cualquier opción que no pase por la separación. La apelación a lo étnico (Junqueras y el ADN catalán) La inexistencia de cualquier indicación de cómo será el futuro estado (¿respetar la singularidad de la Vall d’Aran?) remitiendo cualquier respuesta a un libro blanco que describe la futura Arcadia. El enfrentamiento debido al otro cuyo único objetivo es destruir y aplastar las nobles reivindicaciones de un pueblo. Y, por supuesto la manipulación y el uso ajeno totalmente a la ética no sólo de medios de comunicación sino de espacios como el Palau de la Generalitat, burlando la ley y las mínimas garantías democráticas en forma de lista unitaria que únicamente con la mitad más uno ya estaría legitimada. Además de manifestaciones que hace 40 años describíamos como de “adhesión inquebrantable”.

En el fondo y la forma una ideología conservadora que por su fortaleza puede parecer progresista cuando no lo es, no existe un modelo económico nacionalista, es liberalismo sin más. Pero que incluso arrastró a la izquierda en las luchas nacionales y a confundirse y seguir confundida frente a los continuos movimientos del nacionalismo.

Quizás el camino sea que aquellos que se dicen de izquierdas y participan de la quiebra de una sociedad negando la posibilidad de cualquier otro modelo de convivencia, como es el caso, y piensan que la vida de los ciudadanos y ciudadanos no está supeditada a intereses más globalizadores y altos que los de la patria, deberían cambiar de ideología con urgencia.

Deja un comentario